¿El bebé de peluche que trajiste a la casa de repente resultó ser un monstruo mordedor con garras afiladas? Esto sucede a menudo con los gatitos. No espere hasta que desaparezca por sí solo. Es mejor tomar medidas decisivas y destetar gradualmente al gatito para que deje de morder y rascarse.
Instrucciones
Paso 1
Incluso si la raza de su agresor (azul ruso, azul británico, siamés o persa) no se desespere, a pesar de que, por lo general, los representantes de estas razas no tienen la psique más estable.
Paso 2
Recuerde: todos los gatitos se rascan y muerden. Para ellos, esta es una de las formas de conocer el mundo. Además, los gatos son depredadores por naturaleza, y jugando, un gatito, simplemente resuelve las reglas de comportamiento con una presa.
Paso 3
No acaricie a su gato en ningún momento. A los gatos no les gustan las manifestaciones de familiaridad hacia ellos, por lo que sueltan sus garras.
Paso 4
Si el gato está enfermo o herido, ni siquiera intentes acariciarlo para arrepentirte. Si el ronroneo luce completamente sano, pero intenta cortarte con sus garras cuando tocas cualquier parte de su cuerpo, llévalo al veterinario para que compruebe si la mascota se ha enfermado.
Paso 5
Averigüe si los gatos callejeros viven en su jardín. Tu mascota, tan cariñosa ayer, puede que simplemente se asuste si ve o huele a "extraños", y sacará toda la agresión previamente desconocida sobre ti. Si es posible, cierre su acceso a la ventana y compre un aerosol especial con un olor "agradable" en la farmacia veterinaria.
Paso 6
Piense en qué más podría tener miedo su gato. Puede que no le guste el olor de su agua de tocador o el ruido de la renovación procedente de los vecinos. Presta atención a la punta de la cola: si se mueve o incluso camina de un lado a otro, el gato puede correr hacia ti en cualquier momento, no con los brazos abiertos.
Paso 7
Juega con el gatito a menudo. Trate de no morderle en las partes expuestas de sus brazos o piernas durante los juegos. De lo contrario, los percibirá posteriormente como presas. Si se acurruca en su regazo y, ronroneando, suelta silenciosamente sus garras, métalas con cuidado en las almohadillas de las patas para que el gato, al principio jugando con las garras con placer, no las suelte posteriormente sin una razón.