Los caninos largos y poderosos que crecen desde la mandíbula superior son el sello distintivo de la morsa. En los machos pueden alcanzar hasta 1 metro de longitud, en las hembras son mucho más pequeñas y delgadas. Hay muchas versiones que explican por qué las morsas necesitan colmillos, pero no todas son confiables.
Los indios norteamericanos que vivían en los alrededores de las colonias de morsas llamaban a estos animales "caminar con los dientes". Los indios creían que las morsas, torpes en tierra, se aferran al suelo con largos colmillos, moviéndose por la superficie. Se creía que las morsas también necesitan colmillos para trepar sobre témpanos de hielo, apoyando sus puntas contra el borde del hielo. Pero, si sigues esta lógica, resulta que las morsas y las hembras, cuyos colmillos son muy pequeños, tienen que sentarse constantemente en el agua; después de todo, no tienen nada que agarrar y agarrar.
Sin embargo, este no es el caso en absoluto: tanto las hembras como las morsas se mueven maravillosamente en el suelo, ayudándose con las aletas delanteras y traseras. Por el mismo motivo, otra versión de que las morsas cavan la tierra y el fondo marino con colmillos en busca de alimento no resiste las críticas, porque tanto las hembras como las morsas no se mueren de hambre sin colmillos.
Los investigadores modernos, que observan de cerca la vida de las morsas en condiciones naturales, están cada vez más convencidos de que estos formidables colmillos son solo un accesorio aterrador que confirma el estado de un macho. Pueden ser un arma formidable que protege contra un enemigo natural, un oso polar, y sirven para arreglar las cosas con los rivales en la lucha por la atención de las hembras. A veces, los colmillos también se utilizan para cazar focas, pero para ello la morsa debe esforzarse mucho para acercarse a la boca de la presa.
El hecho de que los colmillos son solo un arma que ayuda a conquistar un mayor número de hembras se confirma indirectamente por el hecho de que durante varias décadas de observaciones, la longitud promedio de los colmillos de morsa en una población aumenta constantemente. Siguiendo la teoría de la selección natural, podemos concluir que son los caninos largos y formidables los que ayudan al macho a afirmar su primacía. Los científicos han encontrado una relación directa entre la longitud de los dientes caninos de un macho y la cantidad de hembras en su harén. Naturalmente, la descendencia de aquellos que pueden presumir de colmillos largos y afilados son más numerosos.