Durante más de una docena de años, los gatos británicos han sido líderes en el número de personas que quieren tenerlos e incluso criarlos. Los fanáticos de esta raza están seguros de que el secreto de tal popularidad no está solo en el hermoso abrigo estampado y el físico fuerte. Mucha gente está satisfecha con la naturaleza muy tranquila de los británicos y su independencia.
Los gatos británicos recientemente generalizados son ideales para personas ocupadas que no pueden pasar mucho tiempo en casa. Si se los deja solos, los gatos suelen encontrar algo que hacer, sin recurrir a dañar los muebles, a excepción de los gatitos muy pequeños. Por supuesto, pueden ser cariñosos, pero prefieren acostarse cerca, y no en el regazo del dueño, les gusta jugar, pero no se les puede llamar hiperactivos.
La raza de gatos británica apareció gracias a la minuciosa selección de miembros del English Club of Cat Fanciers en 1898. Para ello, se cruzaron gatos ordinarios de pelo corto con gatos de raza persa.
Los gatos británicos son fácilmente reconocibles por su estructura densa y redondeada. Como regla general, se trata de gatos grandes o medianos con patas bajas y regordetas. Tienen hocicos redondos y anchos, que generalmente recuerdan el parentesco con los persas: ojos grandes, nariz corta pero recta, a diferencia de sus antepasados orientales, y orejas pequeñas y redondeadas. El más común entre los gatos británicos es un color gris azulado sólido con ojos de color naranja brillante, pero esta está lejos de ser la única opción de color.
Independiente y discreta
Una de las principales características positivas de la raza se considera la independencia, gracias a la cual los animales pueden pasar mucho tiempo solos en ausencia de propietarios. Al mismo tiempo, resultan bastante cariñosos y suaves si los acaricias, pero nunca entrometidos. La verdadera calma inglesa no permite que los gatos británicos extiendan sus garras si no están dispuestos a acariciar en este momento. Al permitir que una persona muestre sus sentimientos, se retira con dignidad.
Los gatos británicos son similares a sus compatriotas: los Bulldogs ingleses, tienen el mismo carácter nórdico y volaban, con los labios superiores ligeramente caídos.
Los británicos tratan a los huéspedes con desconfianza y aprensión, prefiriendo mantener una distancia respetuosa. Sin embargo, al mismo tiempo, no muestran una agresión evidente: no silban, no se rascan, solo miran desde un lado. Se cree que los gatos británicos se llevan bien con otras mascotas, mostrándoles un ejemplo de buen comportamiento, porque no intimidan. Aunque, si lo desean, les gusta jugar activamente a la mancha con sus juguetes.
Hermosa terca
Pero la independencia de estos animales tiene otra cara de la moneda. Por ejemplo, son bastante caprichosos, es casi imposible obligarlos a hacer nada sin su consentimiento: comer una vitamina, peinarse o darse un chapuzón. Muchos criadores aconsejan, incluso en la infancia, prevenir posibles problemas acostumbrando a su mascota a determinados procedimientos.
Si sumamos a las cualidades enumeradas del carácter de los británicos que no causan muchos problemas en el contenido, podemos comprender el secreto de su popularidad en nuestro siglo.