Los gatos se han considerado durante mucho tiempo animales especiales para el hombre. Estaban rodeados de culto religioso, eran temidos y se escribieron muchas leyendas sobre ellos. Uno de ellos es la creencia de que los gatos viven nueve vidas.
Nueve es un número divino
Nueve figuras en los mitos tan a menudo como el número tres o siete. En la mitología egipcia antigua, estaba la Enéada, un grupo de los dioses principales, de los cuales había nueve. La mitología escandinava describe nueve mundos conectados por un árbol del mundo: la ceniza de Yggdrasil. En la antigua Irlanda, un cortejo de nueve carros era el signo del más alto honor, así es como el rey Loegire rindió homenaje a San Patricio. Había nueve musas en la mitología griega antigua. En el judaísmo y el cristianismo, hay nueve órdenes angelicales. Sí, y en los cuentos populares rusos, el "reino lejano" se menciona constantemente.
Esta actitud se debe a algunas peculiaridades de este número. La suma de los dígitos de cualquier número divisible por nueve es nueve; el número parece reproducirse. Esto se correlacionó con la idea de la naturaleza cíclica del universo, naturaleza que eternamente muere y renace. Además, el nueve es el cuadrado del número tres, que también se consideraba sagrado.
Sería extraño no asociar un número tan "mágico" con un gato. Después de todo, ella también era un animal sagrado. En Egipto, los gatos eran venerados como dioses, más que un toro sagrado, y en la mitología escandinava, Freya, la diosa del amor y la fertilidad, enjaulaba a los gatos a su carro.
La conexión entre los gatos y el número nueve es clara, pero ¿por qué surgió la idea de que los gatos deberían tener múltiples vidas?
La verdadera base de la leyenda
Probablemente, la idea de las muchas vidas felinas de los pueblos antiguos fue motivada por la asombrosa vitalidad de los gatos. Al caer desde una gran altura, estos animales en la mayoría de los casos no mueren y no reciben heridas peligrosas. Un estudio de una clínica veterinaria en Nueva York mostró que de 132 gatos que se cayeron de ventanas ubicadas por encima de 30 pisos, solo 17 animales sobrevivieron al impacto. Incluso hubo menos gatos que dañaron los huesos.
El efecto de paracaídas ayuda a que los gatos no sufran ningún daño al caer desde una altura: al caer, el animal presiona su cola y patas contra el cuerpo. El cuerpo gira, la velocidad de su caída se vuelve más lenta. Al acercarse al suelo, el gato alinea sus patas traseras con el cuerpo, deteniendo así su rotación y endereza las patas delanteras. Las patas delanteras, que se llevan la peor parte del golpe, no están firmemente conectadas al esqueleto, por lo que la carga principal recae sobre los tendones y músculos, no sobre los huesos, lo que ayuda a evitar fracturas.
Teniendo en cuenta cómo suele terminar para las personas una caída desde una altura, uno puede imaginar qué sentimientos experimentó el anciano al observar los "aterrizajes" del gato. Al negarse a creer que es posible caerse de una altura y mantenerse con vida, la gente decidió que el gato tiene nueve vidas.